UN DÍA COMO HOY: FÉLIX ‘TITO’ TRINIDAD NOQUEÓ BRUTALMENTE A KEVIN LESHING
El 11 de enero de 1997, Kevin Lueshing desafió al futuro Salón de la Fama, el puertorriqueño Félix ‘Tito’ Trinidad por la correa de peso welter mundial de la FIB.
La pelea representó la defensa número 11 del cinturón para el boricua, quien no tuvo problema alguno en recuperarse de un susto en el segundo asalto del combate, para volver más fuerte, precavido y decidido en el tercer episodio y finiquitar las acciones.
Kevin Lueshing en una breve entrevista que tuvo años después de la pelea, comentó en un pequeño resumen todo lo que fue su preparación para esta pelea, los errores que cometió antes y durante del combate.
Además de la reflexión final que obtuvo una vez culminó la pelea y siendo visto todo desde otra perspectiva.
“Me pagaron 150.000 libras por la pelea de Trinidad. Podías comprar casas por treinta mil en ese entonces. También tenía un patrocinador de cien mil al año que Roger Levitt me consiguió. Ganaba mucho dinero”.
“Mi campamento de entrenamiento estaba bien, pero yo estaba mentalmente inestable en cuanto a la confianza. A veces pensaba ‘Voy a ganar, no voy a ganar’. La duda comenzó a apoderarse de mí. La duda engendra duda y comenzó a contagiarse. En la acumulación me sentí abrumado por la ocasión. Estás en una conferencia de prensa en un hotel, pasas por delante de fotos de Trinidad noqueando a la gente y todo el mundo dice: “Oh, Dios mío”. Estás peleando contra Trinidad”. Tienes que recordar que Trinidad era el equivalente a Floyd Mayweather. Era un campeón sobresaliente. Miren su historial y con quién peleó. Yo era su undécima defensa, y él tenía una alta tasa de nocauts”.
“La única persona que creyó en mí fue Colin. ‘Kevin. Puedes ganar esto, hijo. Tienes ese poder de golpeo y velocidad, lo que hace la diferencia.’ Practicamos en las guanteletes… para derribarlo. Colin decía: “Corre a la esquina”, y luego decía: “Haz contacto”. Tienes que hacer contacto’.
“En la pelea se podía ver el respeto que Trinidad me tenía en el primer asalto, porque apenas lanzó un puñetazo. Eso es lo que pasa cuando pones a dos contragolpeadores uno contra el otro. Uno tiene que tomar la delantera, y él cometió ese error y se puso torpe en el segundo asalto. Lo conecté y envíe a la lona y debería haber acabado con él, pero no lo hice. Tenía unos veinte segundos para acabar con él, y se recuperó. Eso es lo que separa al retador del campeón. El campeón se adapta y vuelve. Yo podría haber sido tan bueno como él, pero no estaba tan seguro como él. A estas alturas sólo había tenido diecinueve peleas. Así que cuando me noqueó en el tercer asalto, eso fue todo. Se acabó para mí psicológicamente. Sólo me levantaba para que me derribaran de nuevo. No tenía la experiencia suficiente para capear la tormenta y volver”.
“Boxing News” predijo que lo derribaría, ¡pero él se levantaría y me derribaría! Pero sabes qué, no me avergüenzo de ello. Qué extraordinario boxeador era. Si lo hubiera vencido, no creo que estaría vivo hoy, porque habría habido demasiado dinero y fama para mí y me habría vuelto imprudente. No me gustaba la presión, y cuando llegas a ese nivel, tienes presión todo el tiempo. El centro de atención estaría en ti, y no hay escapatoria en ese nivel. No habría tenido una vida y no habría sido capaz de adaptarme a eso no creo.”