“EL BOXEO SALVÓ MI VIDA, TRABAJABA PARA TOMAR Y DROGARME”

DIARIO EL ZONA (ARGENTINA)

Transitó caminos oscuros y la vida le dio golpes más duros que en el ring: “Me drogaba, robaba y me tomaba lo que ganaba. Hasta estuve preso varias veces”, cuenta sin esquivar su duro pasado el boxeador Andrés Tejada (26 años). Cuando entró al Club Julio Mocoroai su vida tomó otro rumbo y pudo superar el pasado negro que atravesó.

El púgil mendocino, que hace 11 años que vive en la provincia, tiene 10 peleas profesionales y un puño de acero, tanto que “me encantaba pelear de chico, mejor dicho me gustaba que me hicieran cagar. Hasta que un día decidí hacer boxeo para también aprender a defenderme. Eso fue en Mendoza y no podía dejar las cosas malas, hasta que me mandaron a San Juan y ahí cambié”, sigue.

Andrés hoy está lejos de su madre y solo vio una vez a su padre, cuando nació. “A mi papá lo vi solo una vez, cuando nací en Chubut. A partir de ahí no supe más de él. Sé que es gomero en Chubut y bueno mi mamá vive en Mendoza. Ella me mandó a San Juan, porque allá en el Barrio La Gloria (Godoy Cruz) no podía dejar los malos pasos”.



A pesar de su edad, el púgil no pierde las “esperanzas para ser campeón del mundo”. Hace más de un año que no pelea, el 15 de marzo de 2019 fue su último combate en el Aldo Cantoni. Ahí se fue a trabajar a una mina a Jujuy y luego cuando regresó retomó con más fuerzas el boxeo. “Hoy estoy parado y con el IFE “mantengo a mi mujer y dos hijos. Necesito volver a pelear”.

El lunes 3 de agosto el boxeo retomó con los entrenamientos en la provincia, pero Andrés por el momento no está yendo al gimnasio, porque “tengo una lesión en la cintura y me estoy recuperando”. Su infancia fue complicada, pasó por muchos momentos difíciles que logró superar. El púgil removió su pasado y contó su historia.


“Vivía en Mendoza en una zona roja, en el Barrio La Gloria, un lugar muy conflictivo. Me pegaban cada dos por tres. En ese momento tenía 10 años. Un amigo de la escuela me invitó a ir a boxeo en Mendoza. Yo era muy intruso, iba a donde me decían. La primera vez me hicieron cagar, ligué como los mejores. Pero igual me gustó, porque me iba a poder defender de los que me pegaban. Eso me llevó después a que me gustara mucho. Pero además de ser pelenciero estaba metido en cosas raras. Tenía problemas con la policía porque robábamos y estuve presos varias veces. También andaba metido en la droga y lo que trabajaba me lo tomaba”, hasta que un día “mi mamá me dijo que no podía seguir así. Me sacó los pasajes, me preparó el bolso y me mandó a San Juan. Me vine a la casa de un abuelo postizo, Tata le digo yo. Él trabajaba en la finca con mis abuelos y así fue saliendo”.



Antes de ingresar al Mocoroa tuvo algunos episodios más de violencia, pero jugando al fútbol. “Una vuelta me llevaron a jugar al fútbol al club Huracán de la Liga de Albardón-Angaco. No era bueno, pero en el último partido que jugué me cagué a piñas con otro jugador. Fue corriendo a disputar una pelota con un jugador de Campo Afuera. El chico abrió la mano y sin querer me pegó en la boca. Yo me levanté y le di una patada y ahí le pegué dos piñas que lo dejaron nocaut. Un señor me vio y cuando me iba de la cancha me dijo si no me gustaría ir a entrenar Al Mocoroa. Y bueno así comenzó todo”, recordó.

Su primer DT fue Eduardo Fernández y hoy es el hijo, Fito. “Fito es una gran persona, me entrena y me da contención”. Andrés se considera un boxador que va al “frente, quizás el primer round me pierdo. Pero en el segundo salgo con todo a buscar la pelea, es mi estilo”, señaló púgil que cuenta con 10 peleas como boxeador profesional: 2 empates, 2 KO y 6 ganadas por puntos. “Viví muchas cosas feas y ahora me gustaría dejarle un legado a mis hijos”, cerró el boxeador Andrés Tejada que gracias al deporte de los puños, pudo superar su crudo pasado.

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